Viejita, fea y destartalada.
La pobre descalzadora de mi dormitorio, de casa de mis padres, permanecía olvidada y sola. Merecía ser rescatada. Solo era necesario saber ver su belleza.
Su asiento merecía ser restaurado y cómodo.
Sus patas de obscuro y triste color nogal (perdón pero me olvidé de las fotos), ahora lucen blancas y desgastadas. No he querido atenuar el paso de sus años vividos pero si, darles un poco de alegría.
Su feo tapizado, primero en terciopelo azul y luego en un print animal ya muy pasado, ahora está sobre una mullida guata cubierta de esos cuadros vichy que tanto me gustan.
Brilla en todo su esplendor. Es muy sencilla, apenas tiene madera, solo sus torneadas patas, pero me gusta. Tiene años pero bien llevados.
.......Y con ella me voy a COLORÍN COLORADO para participar en el finde frugal de Marcela.