Ésta noche he tenido un sueño, que me ha hecho recordar tiempos pasados. Tiempos de tardes enteras de barra, y diagonales en el conservatorio, de interminables ensayos en el Real, de pies ensangrentados y deformados, y de disciplina espartana, de una gran pasión. Tiempos maravillosos, al fin. Tiempos de danza..... Y es que sí amiga, yo soy bailarina ( y digo soy, porque una bailarina lo es para siempre) . Hace años ya que no bailo, entre otras cosas, porque mis rodillas no me lo permiten, pero el ballet vive y vivirá para siempre en mí. En mi día de nostalgia me atrevo a compartir contigo algo muy preciado para mí. Te muestro uno de mis primeros tutús ( yo empecé a bailar con cinco añitos), las plumas que cubrieron mi cabeza la primera vez que cobró vida en mí, la princesa Odette/Odile de El Lago de los Cisnes, amarillentas ya por el paso del tiempo, y mis ultimas zapatillas. En estas últimas hay gran cantidad de trabajo, esfuerzo y sacrificio, y cada uno de sus desgarros están marcados también en mis pies. Son recuerdos inolvidables que hoy te cuento en secreto.

El Lago de los Cisnes, fue encargado por el teatro Bolshoi en el año 1885 a Piotr Ilich Tchaikovski.
Fue estrenado en 1887
Su primer coreógrafo fue Julius Reisinger, aunque es probablemente la coreografía de de Marius Petipa la más conocida.
Primeras bailarinas como Anna Pavlova, Margot Fonteyn (con quien tuve el placer de examinarme), La grandísima Maya Plisétskaya, o nuestra admirada y admirable Tamara Rojo, han interpretado a la princesa Odette/Odile
Esperamos que la función haya sido de su agrado. Gracias por su asistencia.